Guadalupe
Por Walter Turnbull (QDEP)
Por algún misterio que no alcanzamos a comprender pero que nos llena de
asombro y de ternura, Dios quiere llegar a los hombres y hacerlo a través de
una mujer. María lleva a su prima Santa Isabel, y al futuro Juan Bautista, la
bendición de la presencia de Cristo. «¿Quién soy yo para que la madre de mi
Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó
de gozo el niño en mi seno.» (Lucas 1, 43.44) Los Reyes Magos «entraron en la
casa; vieron al Niño con María su madre y, postrándose, le adoraron.» (Mateo 2,
11)
E igual que a los judíos hace 2,000 años, Dios quiere llegar a nosotros
por medio de María, para mostrarnos su cuidado por todos los hombres, su humildad,
su amor maternal, su ternura, su belleza; para «darnos todo su amor y su mirada
compasiva, porque en verdad es la Madre compasiva de todos los hombres en esta
tierra. Y los que a ella clamen, los que la busquen, los
que confíen en ella, les escuchará su llanto, su tristeza, para remediar, para
curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.» (Nican Mopohua)
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