En las pastorelas
Walter Turnbull
Para mí una parte esencial de la
Navidad son las pastorelas. Si el Adviento es como un compendio de la vida del
cristiano, las pastorelas (al menos las buenas) son como una representación de
ese compendio. Dios se hace hombre para salvarnos del pecado; todos nosotros
somos invitados a llegar hasta Él para ser beneficiarios de esa salvación; el
camino es largo y difícil, y el demonio trata, con obstáculos y con
tentaciones, de impedir que los pastores lleguen hasta el portal, donde está
Jesús; los pastores, si es que se empeñan, pueden vencer esos obstáculos con la
ayuda de Dios, representada por San Miguel Arcángel (que déjenme decirles que, a diferencia de otras pastorelas, en las que San Miguel parece tener un grave problema de ambigüedad, en éste caso el actor que representa a éste arcángel, tiene un grave problema de ser buen mozo)... Al final todos,
transformados por lo aprendido durante el viaje, comparten la compañía de la
Sagrada Familia alrededor del pesebre en una escena de gozo, armonía y gloria,
anuncio del cielo.
Este año, como en otras
ocasiones, me veo involucrado en una pastorela que, a reserva de su más
autorizada opinión, hace un buen intento por aportar algo de esta buena doctrina
al respetable público. A mí, como participante, todas las escenas me parecen
maravillosas. Les comparto una:
El demonio, como siempre, ofrece
a los pastores una opción más fácil, más divertida, les ofrece placer, poder,
diversión, popularidad, belleza física... El pastor guía les recuerda su
compromiso de llegar al portal. Los pastores preguntan al diablo si no pueden
ir a Belén y después pasar a recoger sus regalos. —¡De ninguna manera!,
—contesta el demonio furioso—, o escogen una cosa o escogen la otra.
Muy parecida es la situación del
cristiano light del que todos tenemos un poco (o un mucho). Quisiéramos llegar
al cielo con Jesús pero antes quisiéramos haber disfrutado del mundo y todos
sus engaños. Y la cruda realidad parece ser que no se puede. O se escoge una
cosa o se escoge la otra. Esta época de Navidad también nos presenta en forma
concentrada las dos opciones: las posadas y las fiestas con sus desmanes, sus
excesos, sus dispendios... o la celebración en familia del misterio de nuestra
salvación, con su alegría sencilla, son sus muestras de cariño, con sus
momentos de devoción, con su ocasión de compartir con el que menos tiene, son
su acercamiento a Dios hecho niño. Ojalá que escojamos seguir el camino a
Belén. Y ojalá que nos toque ver al menos una buena pastorela.
Gracias Wally x tu bella reflexión. Tu ya llegaste a Dios.
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