Feliz Hombre Nuevo
Por Walter Turnbull
Una vez más volvemos a repetir,
con sinceridad y optimismo, la misma consabida frase: “Feliz año nuevo”. Como
si el año pudiera ser feliz, o como si el cambio de un número a otro en el
calendario pudiera cambiar las cosas para que seamos más felices. Qué bueno que
le deseemos felicidad al prójimo, pero pensar que el año va a ser mejor por
arte de magia son sueños de opio. Lo único que puede hacer que un año sea mejor
es que los hombres que lo viven sean mejores. El año, el giro de la tierra
alrededor del sol, va a ser idéntico al anterior; los hombres, en cambio, sí
podemos ser nuevos.
Puede ser nueva nuestra actitud
ante la vida. Benedicto XVI acaba de darnos un maravilloso instructivo con su
encíclica sobre la esperanza. Podemos tener una esperanza renovada para una
vida más plena.
Puede ser nueva nuestra actitud
hacia los demás. Una nueva disposición al respeto y a la tolerancia (siempre en
ese orden, claro). Con la esposa, con el esposo, con el hijo, con la mamá, con
la nuera, con el compañero de trabajo, con el compañero de escuela, con el
vecino, con el que maneja junto a mí en la calle, con el subalterno, con el
molesto, con el necesitado, con el no nacido.
Nueva actitud hacia el trabajo.
Que el empresario vea sus habilidades como un don de Dios para servir a la
sociedad y no para explotarla. Que el trabajador vea su trabajo como un don de
Dios que hay que cuidar para mejorar el mundo.
Nueva actitud hacia la vida
pública. Que los gobernantes no vean su puesto como un botín de guerra, sino
como una oportunidad privilegiada de servicio. Que los gobernados aprendan a
quejarse menos y a participar más; y que aprendan a distinguir un buen
gobernante de uno malo y a apoyar al bueno y a reprimir al malo.
Que los dueños de los medios
empiecen a trabajar por el bien, aunque eso implique sacrificios, y que los
consumidores aprendan a promover lo bueno y desechar lo malo y, aunque eso
implique renuncias.
Una renovación moral de la
sociedad. Hace falta erradicar muchísima maldad. Lo mejor que podemos hacer los
cristianos es dar el ejemplo y comenzar por la nuestra. Más participación en la
Iglesia, más ayuda al prójimo necesitado, más penitencia, más formación, más
vida sacramental, más oración, que es lo que puede detonar todas las demás
novedades.
Mejor que feliz año nuevo, deberíamos
decir Feliz Hombre Nuevo. Si podemos lograr eso, entonces sí, el nuevo año será
mejor. Y podemos hacerlo todos los días.
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